EN EL MUNDIAL POR LOS RECURSOS LAS BANDERAS ESTÁN DE ADORNO
El encuentro más importante de Argentina contra la contaminación y el saqueo se realizará en Santiago del Estero, una de las provincias más asediadas por la expansión de la soja y la minería en el noroeste. Paralelamente, a miles de kilómetros -también en el noroeste, pero de África- el negocio de los bienes naturales motiva la ocupación ilegal, las torturas y asesinatos sobre un pueblo que lucha por su autodeterminación: el Sahara Occidental, ocupado ilegalmente por Marruecos hace 35 años. Entre la realidad local y la del Sahara, el vínculo nefasto de los negocios en la agricultura. ContraPunto.
Del 13 al 16 de agosto próximos se realizará en la capital de Santiago del Estero el 13º Encuentro de la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC), el encuentro autogestionado más importante a nivel nacional sobre saqueo y contaminación, que reúne a organizaciones de vecinos, ambientalistas, estudiantes, académicos, comunidades originarias, movimientos campesinos y agrupaciones de trabajo territorial urbano, entre muchos otros.
Entre los principales ejes de discusión en los encuentros de la UAC la megaminería y la expansión de los agronegocios tienen especial importancia. Si hasta hace un par de años hablar de minería aun resultaba un obstáculo por su desconocimiento entre gran parte de la población, hoy no se puede negar que aunque sea “de oído” son muchos más los que entienden que se trata de un conflicto vinculado no sólo a la contaminación, sino a la corrupción dominante en instituciones oficiales nacionales y provinciales.
Sin embargo, en ese tocar de oído es donde los debates en torno a los desafíos concretos y cotidianos que conlleva este conflicto se vacían de contenido. Por ello la importancia de espacios como la UAC, para profundizar el debate, conocer las realidades de las distintas provincias y pensar acciones conjuntas interregionales.
Verde que te quiero
Uno de los desafíos pasa por identificar las estrategias con que se camuflan los intereses de fondo de las industrias contaminantes, a través de las cuales apelan a generar la confusión necesaria para lograr el consentimiento social.
La alianza que las empresas mineras y de agronegocios entablan con los medios de comunicación -financiados por ellas- dispone de un arsenal discursivo basado en una ensalada de palabras que -con fundamentos tan científicos como los de la Iglesia para oponerse al matrimonio gay- recurre a conceptos “de moda” para justificar lo injustificable: intente reunir en una frase los términos “sustentable”, “progreso”, “desarrollo”, “control”, “trabajo” y algo que termine en “social” y estará en condiciones de argumentar al mismo nivel que intendentes, gobernadores y empresarios a favor de estas megaindustrias.
Biochamuyo
En diciembre de 2009 la presidenta Cristina Fernández inauguró una planta de biodiesel en Frías, departamento al suroeste de Santiago del Estero, y en el acto de inauguración aseguró que "Existe esperanza y confianza en las posibilidades de desarrollo del país. Esta es la Argentina que vale y se levanta todos los días a trabajar. No será televisada pero existe y es mayoría".
Definitivamente esa Argentina no será televisada. Por un lado, porque todo indicaría que la promoción de los biocombustibles (combustibles que se obtienen de la caña de azúcar, el trigo, maiz o semillas oleaginosas como la soja) beneficiará a los países receptores del producto final, pero sólo profundizará el saqueo y la contaminación en los proveedores, como Argentina: las millones de hectáreas que bien podrían cultivarse con alimentos para las personas, se destinarán a producción de insumos para combustible, aumentando el desmonte, acelerando la desertificación del suelo y la huida hacia la ciudad de quienes aun resisten en el campo.
Pero en cuanto a los agronegocios no sólo no se televisan las consecuencias sociales más complejas y cargadas de intereses políticos, sino hasta las que desde los números indican que se trata de una industria no sustentable: por un lado, producir combustibles con el maiz, soja o la caña de azúcar incrementaría las superficies cultivadas, con el consiguiente aumento del desmonte; o, implicaría destinar a esta industria gran parte de las producciones hoy vendidas como alimentos y aceites. Pensando en la inflación como un triste ingrediente de la identidad argentina, cuesta imaginar que esa prioridad hacia los combustibles no vaya a generar un brutal aumento del precio de los alimentos.
Hasta aquí, algunas de las consecuencias de la producción y comercialización de agrocombustibles (les quitemos el piropo de “bio”). Pero ¿qué pasa si además algunos insumos esenciales para esta agricultura vertiginosa están en vías de agotamiento?
Es el caso de los fosfatos (fósforo), elemento fundamental de los fertilizantes agrícolas. Además de correr riesgo de agotarse pronto, la mayor reserva mundial de este elemento está atravesada por una disputa que motiva la ocupación ilegal y la violación de los derechos humanos de todo un pueblo.
“El fósforo es un mineral "finito e insustituible", cuyas reservas conocidas y de explotación económicamente viable pueden agotarse en un plazo de 60 a 100 años si se mantiene el actual ritmo de crecimiento de su consumo mundial” dice en una nota publicada por Tierramérica, el agrónomo e investigador Euripedes Malavolta, del Centro de Energía Nuclear en la Agricultura de la Universidad de São Paulo.
En la misma nota, José Oswaldo Siqueira, profesor de microbiología del suelo en la Universidad Federal de Lavras asegura que “Denominar "renovables" a los biocombustibles --etanol y biodiésel destilados de caña de azúcar, maíz y diversas oleaginosas-- no debe hacernos ignorar que algunos factores de producción agrícola, como suelo y nutrientes minerales, no son infinitos”*.
Entonces, como mínimo deberíamos preguntarnos por qué se promociona como progresista un modelo que no tiene futuro. Y, por otra parte, quiénes serán los primeros en quedar fuera de él.
Mientras mirábamos el Mundial
Normalmente cuesta prestar atención a los conflictos que se suceden al otro lado del mundo porque “con todo lo que pasa aquí” tenemos suficiente.
Sin embargo, en lo que respecta a la explotación y comercialización de bienes naturales, resultaría un error cerrar la mirada dentro de las fronteras geográficas cuando la lógica del saqueo se rige “globalmente”.
El caso de los fosfatos para fertilizantes agrícolas es ilustrativo en este sentido: la mayor reserva mundial de fosfatos se encuentra en el Sahara Occidental, al norte del continente africano, sobre el que todas las miradas se depositaron el último mes gracias/por culpa del Mundial de Fútbol.
Este país africano ocupado ilegalmente por Marruecos hace 35 años, no puede ejercer su derecho de autodeterminación sobre su territorio, ni mucho menos opinar sobre el destino de sus recursos. Las represalias de Marruecos sobre quiénes intentan manifestarse contra esta ocupación se traducen en las peores violaciones a los derechos humanos, instalando las persecuciones, violaciones y torturas como prácticas permanentes.
Si quedan dudas de que los agronegocios hieren en lo más profundo de cada una de las regiones que por distintos motivos atraviesan, basta con observar quelas mismas empresas que se enriquecen en Sudamérica a través de la venta de fertilizantes, son las que pasan por encima los derechos del Sahara al negociar con Marruecos por los fosfatos .
Ver también:
- El negocio de la ocupación
-Rechazan la contaminación minera pero consienten el saqueo pesquero: ¿Doble moral de la Unión Europea?
-Ni soja ni minería: Encuentro de asambleas en Santiago del Estero
+ INFO
-Observatorio de Recursos Naturales del Sahara Occidental (WSRW)
-Documental "Yo soy una mujer saharaui"
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